Los atributos o nombres divinos, neterú, se aplicaban en el antiguo Egipto a todas las manifestaciones de la naturaleza, e incluso a hombres, animales o plantas. Por ejemplo, para expresar que Dios es fuerte se recurre a la figura de un toro, pero no un toro cualquiera, sino que el recurso era a un toro más fuerte y más bravo que los demás.
Para expresar que Dios es clemente se recurre a la figura de Osiris, que era un hombre muy bondadoso, símbolo del ciclo vital de nacimiento, muerte y resurrección dictado por Dios.
Para representar que Dios es el rey y el dueño de la Tierra y del cielo, escogen la figura del halcón, porque el halcón vuela con las alas extendidas, abrazando a la vez la Tierra y el cielo, siendo además la única ave que no tiene nido, ponen los huevos encima de los montes.
Para representar que Dios es vencedor, escogen como símbolo a Amón, hombre guerrero muy famoso en el campo de batalla, reuniendo los atributos divinos, fortaleza en la figura del toro, clemencia y resurrección en la figura de Osiris, victoria en la figura de Amón y legitimidad divina para gobernar en la figura de Horus.
La concepción de Dios como se ha expresado tiene ocasión en la antigüedad de Egipto por medio de ideogramas, antes del uso de caracteres escriptorios tal y como hoy conocemos la escritura.
Comentarios de Samir Hiweg y corrección al español por la que suscribe.