Los egipcios tenían muy presentes en su vida muchos nombres de Dios, son sus atributos, representados en personajes, animales, plantas o astros, conocidos equívocamente como dioses. Todos los atributos divinos de una cierta importancia tení...an su templo. En algunos casos, cada dos atributos divinos tenían su templo. Los templos egipcios siempre están formados por los mismos elementos. Varios faraones consecutivos ampliaron un templo ya existente repitiendo un pilono, una sala hipóstila o los dos, como sucedió en Karnak. Por eso, el templo de Karnak se trata de un conjunto de diez templos.
El embarcadero era el primer elemento del templo. Su importancia se destacaba durante las procesiones. Construido muy cerca de la orilla, en un canal conectado con el Nilo y desde donde partían y a donde llegaban los barcos que transportaban la figura sagrada, la estatua, en la que se encarnaba algo de la esencia de un atributo divino de Dios.
En el embarcadero nacía una calzada que conducía hasta la entrada misma del templo. Este camino podía estar decorado a ambos lados con esfinges de piedra, es decir, estatuas de león con cabeza de carnero o de ser humano. Las esfinges tienen por función proteger mágicamente el acceso al templo y crear un ambiente de riqueza, fertilidad y poder. En diversos puntos de la calzada, sobre todo, entre dos templos, solía haber lo que se conoce como quioscos, que no son más que unas pequeñas habitaciones de piedra con dos entradas. En ellas se detenían a descansar los sacerdotes que cargaban con la figura sagrada durante las procesiones. Entraban por una fachada y salían por la otra.
El pilono es el segundo elemento del templo: Una gran fachada en forma de trapecio, (un rectángulo con la parte de abajo más larga que la parte de arriba), con una gran puerta en el centro. La fachada estaba decorada con relieves de algunos representantes de atributos divinos y el faraón y con cuatro grandes mástiles de madera con un gallardete de tela en el extremo. Justo delante del pilono podía haber estatuas gigantes u obeliscos. Todo eso se trata de la parte del templo eminentemente dedicada al faraón y actúa como una propaganda política religiosa, así como también la mayor parte de los relieves de las paredes exteriores del templo.
El obelisco tiene por función sustituir simbólicamente a la pirámide, considerada como imagen de la colina primigenia que surgió del océano primigenio y sobre la cual se inició la creación del mundo. Generalmente los lados eran tallados con jeroglíficos que indicaban el nombre y los títulos del faraón que había ordenado la elaboración del obelisco, la figura sagrada, {el atributo divino}, a la que había sido dedicado y la narración del acontecimiento político, religioso o histórico en cuya conmemoración había sido erigido.
Al cruzar la puerta se penetra en un patio a cielo abierto, pero rodeado por un pórtico con columnas. La influencia de las creencias religiosas dejó su marca en la arquitectura. El Sol era reverenciado en templos en los cuales se encontraba su emblema en un patio a cielo abierto, la piedra Ben-Ben, una piedra cónica levantada sobre un pilar formando un obelisco que nos trae a la memoria que Isis convirtió a Osiris en obelisco y ella se transformó en halcón hembra que, al posarse sobre el piramidón, quedó embarazada de Horus. En los comienzos de la cuarta dinastía se había afianzado la leyenda de que el nacimiento del faraón era consecuencia de la unión del sol y la reina que le había dado a luz. Eso, tal vez, quiere decir que el faraón debe ser como el sol, que continuamente nace y muere y abarca enteramente con su luz y calor la tierra que era para los antiguos egipcios Egipto, según lo indica su nombre. Al final de la sexta dinastía, el faraón se asimilaba a Osiris al morir, y el heredero real era identificado con Horus, hijo de Osiris. Por eso, esta zona es la única donde podían entrar los nobles y altos funcionarios del Estado. El antiguo Egipto, una sociedad jerarquizada. El resto del templo estaba destinado sólo a los sacerdotes. Al fondo del patio había otra puerta, que conducía a la sala hipóstila. En este caso la habitación sí tenía techo, pero con unas pequeñas ventanitas para dar un poco de luz, creando un ambiente de solemnidad. Al fondo había otra puerta, que daba paso a la última parte del templo, la más sagrada. Allí estaba el sanctasanctórum, rodeado por unos pequeños almacenes donde se guardaban los elementos utilizados en el ritual del templo. La figura sagrada del atributo divino para el cual fue dedicado el templo se encontraba dentro de un armario de piedra llamado naos. Todos los días, el sacerdote principal del templo, el único que podía entrar allí, abría las puertas y lavaba, vestía, maquillaba y presentaba ofrendas a la figura sagrada para que se encarnara en ella el atributo divino, por el cual fue construido el templo. Al terminar, el sacerdote sellaba las puertas del naos y salía del sanctasanctórum. El faraón hacía lo mismo en los festivales que se celebraban según el calendario religioso.
Un detalle curioso de los templos egipcios es que, según se va penetrando en ellos, el suelo se va alzando y el techo va descendiendo (siempre en horizontal), al mismo tiempo que disminuye la cantidad de luz que penetra en las habitaciones, una referencia a la discapacidad humana de representar la esencia de lo sagrado. Todo eso reviste de solemnidad el templo. El extremo del templo, donde estaba la figura sagrada, era oscuro, silencioso y lleno de misterio. Y sigue siendo el eje principal del templo.
Los templos en Egipto eran un reflejo de la mitología egipcia de la "Isla de la creación. " Los pilares tenían forma a menudo de diseños de palmas, papiro, y loto.
Samir Hiweg guía turístico de habla hispana-Egipto.
Un comentario sobre los templos del antiguo Egipto escrito por Doña María, turista española- sigue diciendo Samir-:
Tal y como nos explicó nuestro guía Samir, los templos del antiguo Egipto tenían cuatro elementos indispensables: el pilono o fachada formado por dos torretas monumentales que impedían el acceso a intrusos y protegían el templo; el patio o peristilo al aire libre, donde se celebraban las ceremonias más solemnes a las que asistían algunos nobles; la sala hipóstila o de las columnas; y, por supuesto, el santuario o capilla, el lugar más sagrado del templo en el que sólo podían entrar el gran sacerdote y el faraón.
La estructura suele ser la misma en todos los templos. A medida que se avanza hacia el santuario, el techo se va haciendo más bajo, el suelo se va elevando, y las salas son cada vez más oscuras.
El conjunto era como una pequeña ciudad: los sacerdotes y las bailarinas sagradas realizaban los oficios religiosos; los carpinteros y ebanistas se encargaban del mantenimiento; los panaderos y cocineros preparaban las ofrendas; y la policía protegía el recinto.
Del templo dependía la Casa de la Vida, donde se definían y se ponían por escrito los rituales, se practicaba la medicina y la magia, y se enseñaba a los nuevos religiosos.
Respecto a las esculturas que representaban a los reyes, había dos únicas posturas cuando estaban de pie: una con los dos pies juntos y los brazos cruzados en el pecho, llamada osírica; y otra con el pie izquierdo adelantado y los brazos a lo largo del cuerpo.